Anuario 2021

Por espar Ciencia

Publicado el 29 Dic. 2021 11:57

Tiempo de lectura: 12 minutos.

El 2021 fue un año largo, complicado y lleno de noticias científicas. Te paseamos por algunas de las más importantes con nuestros mejores deseos para el 2022.


Te invito a crear un Parque Nacional
Primer paso: el lugar debe ser representativo de su sistema natural, siendo un espacio amplio que permita el curso sin intervención humana de su biodiversidad. Segundo paso, tal vez el más difícil: lograr que la provincia donde se encuentre el territorio ceda su dominio y jurisdicción al Estado Nacional. Esto puede llevar años, pero no le quita la diversión, además suele variar para cada caso y requiere la constancia y presencia de los Estados intervinientes, asociaciones de conservación, población local y tal vez alguna ONG que acompañe en el proceso.  
Argentina tiene experiencia, gracias a su gran diversidad de biomas, en darse cuenta tempranamente de la importancia de proteger los espacios naturales. Los primeros Parques Nacionales se crearon en 1934 (Nahuel Huapi – Iguazú), siendo el primer país de la región en hacerlo. Tal es así que en este momento estamos a pasos de la creación del Parque Nacional Ansenuza en Córdoba, porque hace unos meses se aprobó la Ley en la cual la provincia cede la jurisdicción ambiental del territorio. Serán 600 mil hectáreas protegidas que incluye la Laguna Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza) y los humedales que surgen de los Bañados de río dulce tan importantes para contrarrestar la crisis climática en la que vivimos. 
Esperemos pronto alcance su sanción definitiva para disfrutar de este espacio desde la protección de sus ambientes y explotación de recursos de manera controlada.

Laguna de Mar Chiquita (Córdoba). Fuente: wikimedia commons

Argentina, entre los más vacunados del mundo
Una buena: llegamos a fin de año habiendo superado el 70% de la población del país con al menos dos dosis de alguna de las vacunas contra el coronavirus, un escenario que nadie imaginaba en los primeros meses de 2021. Si bien no se espera que las vacunas frenen totalmente la circulación del virus, están mostrando una drástica reducción de las internaciones y muertes por COVID.
Por ese mismo motivo y con el aumento de casos en las últimas semanas, se cambió el plazo para la cuarta dosis en pacientes de riesgo y personal de salud, quienes están más expuestos o tienen mayor riesgo de complicaciones.
En los últimos meses nuestro país hizo también donaciones de vacunas a otros países con falta de acceso a estos insumos, lo que nos recuerda las consecuencias de las enormes desigualdades a nivel mundial y que las iniciativas para remediarlas son boicoteadas por los países más poderosos.

 

¿El juicio final se acerca?
Ya llegando a fin de año, un grupo de expertos en glaciares de Nueva Orleans activó las alarmas en el mundo: el enorme glaciar Thwaites, localizado en la Antártida frente al Mar de Amundsen, podría colapsar muy pronto. La masa de hielo es conocida como el “glaciar del Juicio Final”, ya que desde hace años distintos grupos de investigadores advierten que su derretimiento podría ocasionar aumentos catastróficos en el nivel del mar. Los científicos de Nueva Orleans, tras encontrar nuevas fisuras en la mole helada, pusieron un plazo bastante más aterrador de apenas unos cinco años para que los efectos del derretimiento, incluyendo acelerar el colapso de otros glaciares en la zona, produzcan consecuencias tal vez devastadoras. Un anuncio que, a poco tiempo de terminada una muy estéril cumbre sobre cambio climático, debería llamar la atención de todos: el momento para actuar es ahora.
 

 

Pequeños grandes consumidores

 Se conoce la importancia de los bosques y las especies vegetales en general como fijadoras de carbono pero al hablar de este proceso como una herramienta en la lucha contra el cambio climático se suele dejar de lado lo que ocurre cuando los árboles mueren. Luego de la muerte del árbol, su estructura es descompuesta por hongos, bacterias y otros organismos unicelulares y por supuesto, insectos. Este proceso libera al ambiente todo el carbono que había sido almacenado por el vegetal por lo que es de gran utilidad conocer todas sus etapas, cómo están involucrados los diferentes seres vivos y cómo influyen variables ambientales como la temperatura o la humedad.

Un estudio recientemente publicado en la revista Nature que involucró 55 sitios de muestreo en distintos países, evaluó la influencia de los insectos sobre el proceso de descomposición de troncos de 140 especies de árboles. Dos investigadoras argentinas del Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET - UNT), Roxana Aragón y Romina Fernández, participaron llevando adelante la rama argentina del experimento. En cada sitio se colocaron troncos del mismo tamaño, unos en jaulas abiertas que permitían el acceso de los insectos y otras en jaulas cerradas a fin de comparar su descomposición a lo largo de meses. La principal conclusión del estudio fue que los insectos aportan hasta un 29% de la descomposición (y correspondiente liberación de carbono) y que ese aporte disminuye en sitios más fríos y con menores precipitaciones. Vale aclarar que tanto con insectos como sin ellos, la tasa de descomposición y liberación de carbono es mayor en los trópicos. Pero sumando la liberación de carbono en todo el planeta, los bosques y selvas liberan cada año más cantidad de carbono que la producida por combustibles fósiles. Esto por supuesto no significa que la presencia de vegetación sea contraproducente sino que es aún más importante controlar las fuentes humanas de emisiones y entender el proceso de las emisiones naturales. El hecho de que la tasa de descomposición aumente con la temperatura implica un círculo vicioso en el cual el mayor calor producto del cambio climático da lugar a la liberación de más carbono "natural" que se suma al "artificial" potencialmente empeorando aún más el aumento de temperatura.

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Un regalo de navidad para la astronomía

 Luego de aproximadamente 25 años de desarrollo y algunos traspiés, el 25 de diciembre por la mañana despegó el Telescopio Espacial James Webb, plegado como un origami dentro de la nariz de un cohete Ariane V, el más poderoso de la ESA (Agencia Espacial Europea).

El proyecto, producto de una colaboración entre la NASA, la agencia espacial de Canadá y la europea, resultó tan largo que más de 10000 personas estuvieron involucradas en él algún momento. ¿Y a qué responde esta larga espera cuando comenzó a ser concebido poco después del lanzamiento de su venerable antecesor el Telescopio Espacial Hubble, en 1990? Durante todos estos años pasó por incontables etapas de prueba y rediseños buscando asegurar que el aparato funcionara a la perfección ya que debido a sus requerimientos científicos el James Webb se ubicará a una distancia de la Tierra tan grande que será imposible realizarle un "service" como los que recibió el Hubble en numerosas ocasiones. Si a esto sumamos las idas y vueltas presupuestarias que sufrió la NASA en las últimas décadas, que significaron también importantes retrasos en el proyecto, tenemos el cóctel perfecto para poner a prueba la paciencia de la comunidad astronómica.

 Esa paciencia se sostiene por la expectativa de conseguir imágenes hasta ahora casi imposibles. El James Webb se especializa en observar en infrarrojo, un tipo de radiación emitido por los cuerpos calientes por lo que no puede estar cerca de ninguno. A causa de esto se ubicará en una órbita estable alrededor del sol y paralela a la de la Tierra que le permitirá alejarse de ésta, de la Luna y del Sol. Contará además con un escudo o parasol que lo mantendrá protegido de la luz de esos cuerpos y a una temperatura lo más fría posible. Este parasol viaja plegado junto al instrumental del telescopio y en las próximas semanas se irá desplegando hasta alcanzar su área máxima de aproximadamente una cancha de tenis, mientras el James Webb se acerca a su destino final a aproximadamente 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta (es decir, más de tres veces más lejos que la Luna)

 La misión concentrará su atención en objetos tenues para los cuales se necesita una gran superficie de recolección de luz por lo que su espejo principal tendrá 6,5 metros de ancho en total, superando por amplio margen a los 2,4 del Hubble. Su gran tamaño generó la necesidad de un diseño plegable para que pudiera viajar en el Ariane, de la misma forma que el parasol.

 Finalizado el despliegue del espejo y el parasol, cuando el telescopio se encuentre en su órbita, realizará una calibración de sus instrumentos que demandará algunos meses. Luego de estos se anticipa salto de calidad y cantidad en la astronomía en infrarrojo que permitirá desde conocer detalles sobre las atmósferas de planetas extrasolares hasta entender el nacimiento de las primeras estrellas.

Despegue del James Webb. Fuente: NASA

Se reactiva la carrera tecnológica entre EE.UU y China ¿en una nueva Guerra Fría?

El 2021 fue un gran año para la computación cuántica: IBM presentó su nuevo procesador de 127 qubits, y pretende superar los mil para 2023; Google trabajó con Stanford para crear un nuevo estado de la materia usando una computadora cuántica; por su parte, la División de Cuántica de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China (USTC), la punta de flecha de la política tecnológica que tiene el país asiático en este campo, fue escalando la supremacía cuántica de sus máquinas, resolviendo problemas imposibles para los ordenadores clásicos, incluso supercomputadoras. Comenzaron replicando lo logrado por Google con su ordenador Sycamore en 2019, pero luego, con otra tecnología basada en luz, lograron resultados mucho más contundentes. China también siguió desarrollando su comunicación cuántica a través de fibra óptica y de forma satelital. El indiscutible liderazgo de China en esta área del conocimiento genera ciertos temores en EE.UU., y por lo tanto dentro del bloque Occidental. No debemos olvidar el trasfondo político de estos avances, que implican un inminente desarrollo militar en codificación de mensajes y de velocidad de comunicación.

En el mundo prepandémico de 2019, EE.UU. y China se enfrentaban en una “guerra” comercial y tecnológica. Con la aparición del coronavirus, esta escalada se desaceleró y estuvo relegada a echarse culpas políticas por el desarrollo de la pandemia. Pero, por lo bajo, el desarrollo tecnológico siguió su camino y la reactivación económica mundial que se ha vivido, ya sea por el hartazgo o por un control “tolerable” de la enfermedad, hizo que este enfrentamiento vuelva a ser una novedad en los medios del mundo. Algunos se han referido a una nueva Guerra Fría, y aunque ni Washington ni Beijing la quieren llamar de esa manera, ambos países están convencidos de que de haber una, serán los vencedores. La principal diferencia entre el enfrentamiento tecnológico con la Unión Soviética, es que China y EE.UU. están íntimamente entrelazados tanto económica como científica y tecnológicamente, aunque la política militar y exterior de ambos países no lo refleje de esa manera.

 

Primer acuerdo mundial sobre el uso ético de la inteligencia artificial

A fines del mes pasado, los Estados Miembros de la UNESCO dieron a conocer un texto de Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial (IA). Especialistas de todo el mundo y de diferentes disciplinas han trabajado de forma conjunta desde el 2018 para conformar este acuerdo. El informe presta atención a “las repercusiones éticas más amplias de los sistemas de IA en las principales esferas de competencia de la UNESCO: la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación y la información”. Su principal objetivo  es el de definir valores, principios y prácticas para que la IA se utilice en beneficio de toda la humanidad, tales como aplicaciones en salud y calidad de vida, cambio climático o desarrollos científicos en general, pero evitando el uso bélico o el beneficio económico o político de unos pocos.

Como lo dice el título, son “recomendaciones” sin obligación alguna, pero determina un marco ético general para el uso de la IA. Es un primer paso para que en el futuro cercano los gobiernos que así lo deseen puedan determinar las reglamentaciones jurídicas necesarias para proteger los derechos de sus habitantes. También se hace un hincapié para garantizar la diversidad y la inclusión, considerando que les principales generadores de esta tecnología son varones pertenecientes a países desarrollados y que ya se ha visto un sesgo de los sistemas IA en estas direcciones. Entre otras varias cuestiones, se habla de la privacidad de los datos de los usuarios y se recomienda que los sistemas sean transparentes, explicables y que haya una supervisión humana física o jurídica a la que se le pueda atribuir la responsabilidad de las decisiones que los sistemas sugieren.

 

Sandra Díaz ¿Una de las 10 personas más influyentes de la ciencia oculta entre las plantas?

 La mayor parte del tiempo nos asombramos al leer noticias sobre importantes descubrimientos llevados a cabo en el exterior muchas veces acompañados por adjetivos rimbombantes y nombres de universidades que apenas alcanzamos a pronunciar y de las cuales desconocemos en qué lugar del planeta se encuentran. Estos estudios prometen grandes progresos para la humanidad o manifiestan haber revelado misterios de la naturaleza. Muchas veces estos anuncios prometen más de lo que en realidad están en condiciones de ofrecer. Muy por el contrario, en otras ocasiones investigadores que han realizado contribuciones realmente importantes no son reconocidos en su justa medida y sus estudios no ocupan los principales lugares en los medios de difusión. Nos perdemos la oportunidad de conocer sus trabajos y su trascendencia.

La ecóloga Sandra Díaz.

Quizás Sandra Díaz, una bióloga nacida en la provincia de Córdoba, sea un buen ejemplo para ilustrar esta situación. Si hiciéramos una encuesta, ¿cuántas personas nos podrían decir quién es y en qué se centra su trabajo? Esta investigadora es doctora en Ciencias Biológicas e Investigadora Superior del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la Universidad Nacional de Córdoba, donde se desempeña en el campo específico de la ecología. Sandra Díaz fue reconocida por la prestigiosa revista Nature como una de las diez personalidades de la ciencia más influyentes de 2019.

Sus investigaciones se centran en el área de la ecología vegetal y la biodiversidad y se especializa en el estudio del impacto del cambio ambiental global sobre la biodiversidad regional vegetal de los ecosistemas. Ha tenido un papel protagónico en el desarrollo teórico y la implementación práctica del concepto de diversidad funcional. Sandra Díaz junto a un grupo de investigadores del CONICET, desarrolló una nueva herramienta metodológica que permite cuantificar los efectos y beneficios de la biodiversidad de las plantas. Este recurso permite a los científicos entender mejor los efectos de la biodiversidad de las plantas en los beneficios de un ecosistema determinado, aportando conocimientos al debate sobre el cambio en el uso de la tierra.

Esta ecóloga recibió numerosos premios internacionales, como el Princesa de Asturias, el premio Nobel 2007 como miembro del grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. También es miembro de numerosas academias de ciencias extranjeras, como  la Sociedad Británica de Ecología y la Academia de Ciencias de Francia y de la Royal Society. Como ejemplo del reconocimiento internacional ​ fue designada presidenta del comité creado por la Naciones Unidas para elaboración del Informe de la Evaluación Mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas para los encargados de la formulación de políticas.

Muchos de sus trabajos se enfocan en el impacto de la crisis climática en los ecosistemas, centrándose  en los organismos vegetales y se ha declarado en contra de los que niegan la crisis climática: "La evidencia es abrumadora. Negar el cambio climático pasa directamente por intereses muy poderosos, económicos y políticos, intereses creados."

 

El biólogo Richard Lewontin.

Fallece Richard Lewontin

La muerte a los 92 años del biólogo evolutivo y comunicador Richard Lewontin en julio de este año generó inmediatamente una catarata de obituarios y homenajes. A lo largo de su prolífica carrera, “Dick” Lewontin hizo grandes aportes en el sentido académico más “clásico”, pero su marca personal fue su incansable lucha por hacer una ciencia justa, con y para el pueblo. En un mundo en que las disciplinas se fragmentan más y más, en que perdemos la vista del todo por enfocarnos en una ínfima parte de (lo que creemos que es) la realidad, obras como las de Richard Lewontin resultan profundamente reveladoras. Es por eso que tantos, al tener noticia de su muerte, le agradecimos no sólo por haberse pronunciado siempre en contra de los usos de la ciencia para perpetuar la injusticia, sino porque en el camino nos hizo (re)conectarnos con lo más hermoso de la biología. HLVS.



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