Fuente: wikimedia commons

Cosecha de luz

Por M. Alejandra Petino Zappala

Publicado el 17 Mayo 2023 07:30

Tiempo de lectura: 4 minutos.

¿Sabés que todos los animales le debemos nuestra existencia a la luz? En esta nota te contamos por qué. Y de paso, te ayudamos a amigarte con los vegetales…


Cuando escuchamos hablar de la relación entre la luz y la ciencia, probablemente pensemos más que nada en la física. ¿Qué pasa a la velocidad de la luz? ¿Cómo rebotan los rayos de luz en un espejo? ¿Por qué cuando ponemos un sorbete en un vaso con agua, parece que se quiebra? Todas estas son preguntas que esa disciplina puede contestar. Tal vez no es tan inmediato pensar en la relación entre la luz y la biología. Pero en realidad la luz es esencial para gran parte de la vida que podemos ver a nuestro alrededor.

Pensá qué fue lo último que comiste. Casi seguro algún producto proveniente de animales o vegetales. Nuestra fisiología nos obliga a obtener nuestra energía de otros seres vivos (o sus productos, como la leche), porque no podemos fabricarla de otra forma. Esto vale para todos los animales: los carnívoros comen a otros animales, los herbívoros plantas. Todos estamos atados a consumir a otros seres para nuestra supervivencia.

En cambio, las plantas (con la notable excepción de las carnívoras) pueden sintetizar su propia energía en base a elementos inorgánicos (no provenientes de nada vivo). Además de algunos minerales que pueden obtener del suelo, solamente necesitan aire y agua. Bueno, “solamente” es una forma de decir. Como bien sabrá cualquiera que haya puesto por error sus macetas en un lugar demasiado oscuro, para vivir, las plantas necesitan recibir luz.

Las plantas son productoras de compuestos orgánicos en base a agua, dióxido de carbono y luz solar.. Fuente: wikimedia commons

El proceso (la fotosíntesis, que todos estudiamos en la escuela) es en realidad bastante complicado. Lo importante es que las plantas, en sus células, tienen unas estructuras llamadas cloroplastos. Los cloroplastos están llenos de clorofila, un pigmento que les da el color verde, y que justamente tiene ese color porque absorbe la luz del campo visible, excepto verde. Esa luz que absorbe la planta es la energía necesaria para “romper” una molécula de agua, liberar su oxígeno a la atmósfera y retener sus hidrógenos, que se van acumulando en una parte del cloroplasto. Esos hidrógenos todos juntos generan una presión hacia afuera, como una presa llena de agua, y cuando ésta se abre hay otras moléculas similares a canales que pueden usar esa energía para más reacciones químicas.
 

Esquema de la fotosíntesis. Fuente: pixabay

Unas cuantas reacciones después, viene la parte en que las plantas usan un gas abundante en la atmósfera (y que nos causa muchos problemas, pues contribuye al calentamiento global): el dióxido de carbono. El carbono presente en esta molécula será la base para generar glucosa (¡azúcar!). Es decir, este preciso paso de todo el proceso de fotosíntesis es el que transforma sustancias inorgánicas (agua y dióxido de carbono) en una molécula orgánica (la glucosa). Así de simple como suena, esta sucesión de reacciones es la que permite que podamos vivir los animales: en las cadenas alimenticias, las plantas son el primer eslabón sin el cual todo lo demás se vendría abajo. Aunque no te gusten los vegetales, hay que reconocer que les debemos un montón…

Aunque tal vez no te caiga simpático, el brócoli es tu amigo. Fuente: pexels

Y no sólo nuestra comida. La capacidad de las plantas de “atrapar” carbono de la atmósfera y fijarlo en sus propios tejidos es muy útil hoy en día, ya que, como decíamos, una de las causas del calentamiento global es la cantidad de dióxido de carbono presente en la atmósfera. Las plantas, y no sólo las de casa, sino especialmente las de ambientes como bosques, selvas y humedales, son clave para luchar contra el cambio climático. Por eso (y muchos otros motivos más) es importante cuidar esos ambientes que tan importante son para nuestra supervivencia.



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